El Origen Las Strippers: Las Vedettes & El Cine De Ficheras
- Arturo Rico
- 21 nov 2015
- 5 Min. de lectura

Por décadas se les ha conocido como las reinas de la noche. Fueron un grupo de esculturales y sensuales mujeres, cuyos nombres brillaron en las marquesinas y dieron fulgor a uno de los espectáculos de mayor tradición en México, el cabaret.
Desde los comienzos del espectáculo en México, las vedettes fueron un elemento imprescindible del teatro de revista. A principios del siglo 20 eran llamadas tiples, se presentaban en las carpas y teatros con una imagen discretamente sensual, que no obstante y dada la época resultaba impúdica. María Conesa, Lupe Rivas Cacho, Delia Magaña, Celia Montalván y Lupe Vélez, formaron esa generación de tiples, que aunque no poseían cuerpos esculturales, eran capaces de combinar el baile, el canto, la actuación y la pantomima.
Al paso del tiempo las tiples de teatro evolucionaron hasta llegar al cine de la época de oro, donde figuras como María Antonieta Pons, Meche Barba, Ninon Sevilla y Yolanda Montes “Tombolele” aparecieron contoneando sus cuerpos al son de candentes bailes. Es en esta época, cuando pasan de ser llamadas timples a rumberas y exóticas.

Pero no sería sino hasta finales de los años 60, que las vedettes cobrarían gran auge en los cabarets y centros nocturnos como un espectáculo estelar. Surgirían entonces figuras como Gloriela, La princesa Yamal, Norma Lee, Rossy Mendoza y la Princesa Leah.
El vedetismo pronto se convertiría en un negocio redituable para los empresarios y para las propias vedettes, que mostrando sus encantos entre vestuarios de pedrería y plumajes exóticos, recibirían fuertes compensaciones económicas, afianzando lo que por más de 30 años se conocería como la época de oro de las vedettes en México.
En ese entonces, la vedette era la cabeza de la revista musical y por lo general era una mujer muy guapa, que podía entretener al público aunque no hiciera nada. La mayoría de ellas practicaban el canto, el baile y la actuación, pero ninguno de manera cien por ciento profesional. Vedettes como Olga Breeskin aportaron material nuevo al vedetismo, está en particular empezó tocando el violín y a finales de su carrera inició un espectáculo con animales salvajes. Zulma Fayat llegó a México con la moda del bikini de dos piezas, cuando todas usaban uno entero. Wanda Seux fue la primera en introducir travestis en su show y la Princesa Leah protagonizaba bailes acompañada de lo más novedoso en escenografía. Por esa versatilidad las vedettes rápidamente alcanzaron presencia estelar en cabarets de prestigio como el Capri, la Burbuja y el Cancán.

A principios de los 70, la llegada de vedettes extranjeras a México con espectaculares shows impuso un nuevo formato al género. Las vedettes mexicanas empezaron a invertir gran parte de sus ganancias en enormes guardarropas y coreografías. Creando espectáculos a nivel Lido de Paris y Las Vegas.
Es así, como por casi cuatro décadas las vedettes reinaron el ambiente nocturno en México. Figuras como Rossy Mendoza, Wanda Seux, la Princesa Yamal, la Princesa Leah, Gloriela y Olga Breeskin entre otras, vieron crecer su fama y fortuna gracias a sus atrevidos y fastuosos shows. Aquel provocativo ambiente las llevo a recibir fastuosos regalos y propuestas poco decorosas, de parte de algunos de los más importantes políticos de la época.
Vedettes como Lyn May, afirman que ella al igual que muchas de sus colegas mantenía relaciones amorosas con funcionarios y politicos de la epoca. Figuras relevantes como el Profesor Carlos Hank González e incluso el presidente Adolfo López Portillo estuvieron en relaciones serias con algunas de ellas. Otras, como Wanda Seux y la Princesa Yamal afirman haber recibido en numerosas ocasiones regalos de parte de la presidencia, entre los cuales se encuentran relojes de brillantes, botellas de champaña, ramos de rosas, abrigos de piel e incluso cheques en blanco.
De acuerdo con testimonios de la época uno de los personajes que mantenía una marcada preferencia por las vedettes de la época era Arturo El Negro Durazo, jefe de la policía Capitalina durante el sexenio del ex presidente de José López Portillo.
Gina Montes, una vedette de origen brasileño que cobrara popularidad en México a finales de la época de los 70, por su participación en el programa de comedia, La Carabina de Ambrosio, forjaría un rumor que por décadas ha persistido, que mantenía una relación con Arturo Durazo Moreno. De acuerdo con el libro, Lo Negro Del Negro Durazo, el funcionario que sostuvo relaciones amorosas con la vedette Gina Montes era Carlos Castañeda Mayoral, ex jefe de personal de la procuraduría general de la república.
José González González, Autor de Lo Negro Del Negro Durazo, asegura que Carlos Castañeda Mayoral tenia nexos con la mafia, traficaba con drogas, hacia trata de blancas y utilizaba el dinero de la corporación policiaca para pagar la renta de un departamento en la colonia del valle para alojar cómodamente a Gina Montes. En el mismo libro se dice que Gina Montez huyo de México frente a las probables represalias del funcionario con el que sostenía un romance, debido a que quedó embarazada de un músico llamado Carlos Masías.
Desedadas por los hombres y envueltas en un mundo de oropel, fantasía, glamour y extravagancia, las vedettes simbolizaron la época gloriosa del ambiente nocturno en México, pero también, forjaron un nuevo género cinematográfico, que se consolidaría como uno de los más exitosos, el cine de ficheras o sexi comedias.
Bellas de noche, filmada el 1974 y protagonizada por Sasha Montenegro y Jorge Rivero, inauguró el género cinematográfico de las ficheras, que se caracterizó por su erotismo, desnudos y doble sentido. Este género, traería jugosas ganancias tanto para los directores como para las vedettes, que con sus eróticas escenas, carecientes de sentido común, atraparían a más de un espectador. Actrices como Irma Serrano y Lorena Herrera emergieron de este género cinematográfico, más no son consideradas vedettes en el mundo del espectáculo.
Ya en los años 80, tras más de un centenar de repetitivos desnudos, albures y personajes poco cambiantes, el cine ficheras empieza a desaparecer. Dando así fin, a la carrera de aquellas que en su época lograron ser las mujeres más afamadas de la republica mexicana.
El inevitable paso del tiempo, la paulatina pérdida de su fulgor y la llegada de espectáculos más atrevidos, marcaron el declive de las vedettes quienes repentinamente y sin preverlo, enfrentaron la pérdida de su trabajo, la pobreza y el olvido. En este punto, la vida nocturna en México da un giro, las vedettes pierden el interés público, tras la aparición de los clubs de strippers. Es aquí, en los años 90, donde los clubs nudistas cobran fama, respaldados por la cultura americana que parecía idolatrar este tipo de espectáculos. Desde grupos pocos conocidos como Prodigy, hasta los más grandes de la industria musical como Madonna, las strippers eran elementos básicos en el material visual y los videos para artistas del momento.
El éxito de los tables se basó en la tangibilidad. En estos nuevos centros nocturnos, el público podía tener un contacto directo con las bailarinas, el cual incluía hablar con ellas, tocarlas e incluso la oportunidad de llegar a más, cosa que en décadas anteriores se consideraba imposible de lograr con las vedettes.
Junto con la moda de los Tables, un conjunto de elementos culturales se volvieron una moda en la juventud mexicana, sobre todo en las mujeres. Plataformas, uñas y pestañas postizas, cejas y labios tatuados, todos elementos notables del nuevo milenio, pero sobre todo de la cultura de los clubs nudistas.
Actualmente, en México, las strippers dejaron de ser una tendencia, mientras que en Estados Unidos cada día es mayor el número de strippers que de una manera u otra alcanza el estrellato. En nuestro país la única figura relevante en este aspecto va por el seudónimo de Mujer Luna Bella, que tras ser protagonista de una serie de videos escándalo en el estado de Nuevo León, adquirió fama a nivel nacional y una exorbitante cantidad de seguidores.

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